El 8 de marzo es un día de conmemoración, de lucha y no de festejo. Sin embargo, debemos agradecer por la vida y por las oportunidades que nos permite y desempeñarnos desde los diversos roles como madres, hijas, hermanas, esposas y trabajadoras que día a día luchamos por hacer cambios desde nuestras familias, comunidades y estructuras o espacios para reivindicar los derechos en búsqueda del bien común.

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